lunes, 21 de octubre de 2024

El monte Endino: sus rosáceas y otras especies

Los conglomerados triásicos del monte Endino alcanzan los 1548 m en su cumbre y están limitados por dos carreteras que lo cruzan de norte a sur: una, al oeste, va de Espinilla (Campoo de Suso) a Brañosera (Palencia), donde se estableció el primer ayuntamiento de España, pasando el Collado de Somahoz, de 1240 m de altitud, al pie mismo de la cima del Endino; la otra, al este, sube del pueblo de Villaescusa (Campoo de Enmedio) al puerto del Bardal, de 1120 m de altitud, de donde sale senderizada una ruta de subida al Endino.

Otras dos carreteras lo cruzan al norte y sur, respectivamente: la de Izara a Suano y Población de Suso, saliendo a la ladera norte del Collado de Somahoz; y la de la cima del propio Collado de Somahoz a Mata de Hoz (Valdeolea) y al río Camesa, indicando que esta zona suroeste de Cantabria vierte sus aguas al Duero.

En la cima del puerto del Bardal, donde se inicia la senda, a finales de verano una gramínea de más de 1 m de altura forma una población que relaciona la botánica con la medicina, pues se trata de la grama de las boticas (Elymus repens), con sus espiguillas de varias flores saliendo directamente del eje de la inflorescencia, al que apunta la parte ancha de la espiguilla y no su borde.


Elymus repens


La senda se inicia con el bosque de robles enfrente, que nos acompañará hasta los 1400 m de altitud y un brezal-pastizal en su borde. Aquí el anuncio del otoño lo hacen las flores azules de la Scilla autumnalis.

El robledal aparece dominado por roble albar (Quercus petraea) y su híbrido con el roble cajigo (Q. robur), llamado Quercus x rosacea.

Además, aparecen hayas, avellanos, abedules, sobre todo jóvenes, serbales de cazadores, mostajos, arraclanes y acebos.  Los perales silvestres (Pyrus cordata) se les ve regenerando en el brezal. Escobas (Genista florida), de hojas simples y agallas numerosas, y brezos arbóreos (Erica arborea) salpican los bordes del bosque sin formar escobonales típicos de sustitución del bosque, siendo también frecuentes los arándanos o raspanos (Vaccinium myrtillus).

La vara de oro (Solidago virgaaurea) se comporta aquí como nemoral, carácter también de la umbelífera Physospermum cornubiense.

Los grandes hormigueros de Formica rufa se pueden ver a la entrada al bosque y plantas como el Teucrium scorodonia o el halimio de hoja ancha (Halimium alyssoides) gustan de acercarse a las construcciones de las sociales hormigas.


Conglomerado triásico, con brezos y Halimium alyssoides

A los 1400 m de altitud, la senda llega a un cruce con indicaciones: se puede bajar a Olea, a 3 Km, o seguir subiendo hacia el Endino, a 1,7 km. Aquí acaba el bosque. Los típicos robles híbridos (Quercus x rosacea) tienen hojas de, por ejemplo, 11,2 cm de longitud, con pecíolo de 8 mm, pequeñitas orejuelas en la base del limbo y casi glabras en el envés. Las yemas son pardo-rojizas, de unos 3 mm, en la base de los pecíolos. Algunos ejemplares, como separados de la masa principal, poseen hojas menores, de unos 6,5 cm y pecíolos de 5 mm, con orejuelas en la base del limbo, pudiendo ser Quercus orocantabrica.


Diferencias en las hojas de diversos ejemplares de Quercus


El brezal de borde del bosque posee especies como Erica cinerea, E. vagans, Daboecia cantabrica, Ulex gallii, Halimium alyssoides, Eryngium campestre y Serratula tinctoria, siendo abundantes los saltamontes Oedemera y Tettigonia.


Brezal camino de la cumbre del Endino

Desde el pueblo de Izara, una pista sube al monte Tabla, en la ladera norte del Endino, al principio atravesando un brezal y llegando a un bosque de abedules y hayas, también con robles híbridos, arbustos como el Viburnum opulus, de hojas lobuladas, y grandes herbáceas como Laserpitium latifolium, de frutos alados. 


Viburnum opulus

A partir de ahora se añaden Calluna vulgaris, Gentiana lutea y Potentilla erecta, mientras las quitameriendas (Merendera pyrenaica), con sus 6 estambres y 3 estilos, parece aumentar de densidad y asomarse casi a los riscos del norte, donde llega un hayedo.


Merendera pyrenaica

Hayedo cerca de la cumbre del Endino

Pero hay que destacar, en la entrada al bosque, el escaramujo Rosa caesia, con sus frutos rojos de sépalos persistentes y erectos, pedúnculos con glándulas y folíolos sin glándulas y con tomento por el envés, con el final de 3,8 x 2 cm y estípulas de 14 mm glandulares.  Otras rosas silvestres se encuentran por la zona, como Rosa micrantha, Rosa andegavensis o la más baja Rosa pimpinellifolia.


Rosa caesia

Rosa micrantha

Rosa andegavensis

En el entorno de la cumbre pueden verse escasos ejemplares de la mata Cotoneaster integerrimus, también presente en el cercano Pico Tres Mares.


Cotoneaster integerrimus





miércoles, 11 de septiembre de 2024

Vegetación y flora de la Montaña Palentina (4 de septiembre)

Entre los pueblos de Cardaño de Abajo y Cardaño de Arriba una senda sigue el arroyo Mazobre, que baja de la cascada del mismo nombre, situada a 1.610 metros de altitud, mientras que la ruta parte del aparcamiento existente a 1.350 metros de altitud.

El arroyo deja al calcáreo y blanquecino Espigüete, de edad carbonífera, a su derecha –nuestra izquierda durante el ascenso– y al macizo silíceo, con conglomerados y areniscas, del Pico Murcia a su izquierda.

Una sauceda de Salix cantabrica podemos ver que domina el arroyo, cuya agua puede desaparecer sobre el material calcáreo de su lecho. Más escaso es el sauce de hoja estrecha (Salix eleagnus).

La vegetación que nos encontramos en los, aproximadamente, 300 metros de desnivel de la ruta es un matorral dominado por su arbusto más elevado: el pudio (Rhamnus alpina), con ejemplares que llegan a superar cuatro metros de altura, con hojas caducas de forma bastante variable, dentadas y glabras, por ejemplo de 6,2 x 3,6 cm. Las yemas son parduzcas y de unos 8,5 mm de longitud. Frutos negros muestran ya algunos ejemplares en sus copas. De la misma familia (ramnáceas), pero mucho menos abundante en la zona, es el espino cerval (Rhamnus cathartica), arbusto espinoso.


Pudio (Rhamnus alpina)


Tres especies del género Sorbus acompañan al pudio: el mostajo (Sorbus aria), de hojas simples y blanquecinas por debajo; el serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), de hojas compuestas imparipinnadas, de 6 pares de folíolos y uno terminal, y yemas tomentosas de 7 mm de longitud; y el serbal de Mougeot (Sorbus intermedia = Sorbus mougeotii), con hojas de lóbulos marcados y envés verde-blanquecino, las mayores de 8,5 x 6 cm y pecíolo de 2,3 cm.



Sorbus intermedia


Con los serbales hay también otros miembros de las rosáceas, como las frambuesas (Rubus idaeus), de hojas imparipinnadas con cinco folíolos. También varias especies de rosales o escaramujos, algunos mostrando aún alguna flor, pero la mayoría con sus típicos frutos, en los que pueden conservarse los sépalos en posición refleja o erecta: Rosa villosa tiene dos sépalos lobulados y tres enteros, pero todos glandulosos, al igual que el fruto y el pedicelo; Rosa canina, glabra, con hojas de denticulación sencilla y pedicelos sin glándulas; Rosa corymbifera, tomentosa y con pedicelos sin glándulas; y Rosa squarrosa, glabra, sin glándulas en el pedicelo y denticulación doble en los folíolos.



Rosa canina


También rosácea es la espirea (Spiraea hypericifolia), cuyas hojas tienen tres nervios principales y constituye la especie autóctona de un género con muchas especies cultivadas de origen asiático. Además, los endrinos (Prunus spinosa) y los perales silvestres (Pyrus cordata), éstos últimos con hojas de, por ejemplo, 4,2 x 3,3 cm más 1,5 cm de pecíolo.

Entre las rosáceas también hay especies herbáceas, como la Potentilla recta, representante de un género muy diverso, al igual que las especies del género Alchemilla (pies de león).

Otro arbusto abundante es el agracejo (Berberis vulgaris), de la familia berberidáceas, ahora lleno de frutos rojos comestibles y siempre protegido con sus espinas, que salen en grupos de tres. Es aquí muy frecuente, al igual que en los Picos de Europa, por sus apetencias basófilas. Cabe destacar un ejemplar encontrado en la silícea Sierra de Híjar, cerca del Pico Tresmares, a más de 2.000 metros de altitud.



Agracejo (Berberis vulgaris)


De la familia grosulariáceas, los groselleros alpinos o plumillas (Ribes alpinum) salpican el matorral, con sus hojas tri o pentalobuladas.

Los avellanos (Corylus avellana) prefieren los taludes que descienden hacia el arroyo, pero son escasos, faltando a lo largo del camino abedules y hayas, aunque estamos en la altitud del piso montano típico del hayedo. Sí se ve un hayedo en la ladera a la izquierda de la carretera antes de llegar al aparcamiento del inicio de la ruta.

Pero en la ladera izquierda del arroyo se aprecia una formación sobre el escobonal que los prismáticos nos permiten atisbar como bosquetes de roble orocantábrico (Quercus orocantabrica), con la hoja muy parecida a la del cajigo o carballo (Quercus robur).


Bosquetes de roble orocantábrico sobre el escobonal.


El llamado matorral de escobas o piornos está formado por Genista florida, la especie más alta de estas leguminosas, y Cytisus scoparius, cuyas legumbres se ponen negras al madurar, con pelos sólo en sus bordes. Ya hemos pasado la época de ver la floración amarilla de escobas y piornos, con sus flores amariposadas.

Otra leguminosa, de menor porte, Astragalus sempervirens, tiene hojas compuestas de folíolos diminutos y largas espinas bajo ellos, al igual que Ononis spinosa.



Astragalus sempervirens


Junto a las escobas es típico el brezo arbóreo (Erica arborea), con sus flores blancas de solo 4 mm de longitud, que ahora aparecen parduzcas, con la corola persistente recubriendo el fruto.

En algunos puntos, otra ericácea, la brecina (Calluna vulgaris), de hojas escamosas y flores rosadas acompaña al brezo arbóreo.

Fresnos (Fraxinus excelsior), de hojas compuestas y yemas negras, y acebos (Ilex aquifolium), de hojas espinosas perennes y frutos rojos en los individuos femeninos, completan las angiospermas leñosas vistas en la zona.

Las gimnospermas se añaden a los arbustos de la zona con las alfombras de la sabina común (Juniperus sabina), de hojas escuamiformes e imbricadas, opuestas en las ramas principales, y frutos pedunculados, aún verdes pero negros en su madurez, de 6 mm de diámetro. Su pariente, el enebro común (Juniperus communis), tiene las hojas en forma de aguja punzante, con una banda blanca, y el fruto maduro negro-azulado. Algún pequeño pino (Pinus sylvestris) llega asilvestrado a la zona (no está muy lejos el pinar albar de Velilla del río Carrión).

Volviendo a las angiospermas, nos puede resultar curioso ver los retorcidos frutos de las peonías (Paeonia officinalis).



Frutos de Paeonia officinalis


Entre las especies rupícolas se encuentra Sedum sediforme, con hojas amontonadas unas sobre otras, más o menos planas y carnosas, de 14 x 4 mm; Saxifraga canaliculata, de hojas divididas en segmentos estrechos y viscosos; Saxigraga paniculata, de hojas dentadas con puntos blancos, que suponen una secreción de calcio; Erodium glandulosum, con dos pétalos de diferente color a los otros tres; y Centranthus lecoqii, de flores rosas tubulares con un único estambre.



Erodium glandulosum


Centranthus lecoqii, con el Espigüete detrás.


Cuando aparece una pradera, el suelo se llena de las flores de seis tépalos rosas y libres, que salen directamente de un bulbo, de la Merendera montana; poseen tres estilos y seis estambres, de anteras más largas que sus filamentos. Esta especie pertenece a la familia colchicáceas, una de las segregadas de la antigua familia de las liliáceas, en la que se mantiene el Lilium martagon, de hojas verticiladas y frutos como pequeñas bombillas.

Gramíneas, como el Phleum pratense o Festuca indigesta, abundan en la zona. Más escasa es la bonita Oreochloa confusa.



Oreochloa confusa


En las zonas más pisoteadas aparece la milenrama (Achillea millefolium), de inflorescencias blancas y hojas divididas, y también la Pilosella officinarum o la Hypochaeris radicata.

Las umbelíferas están representadas por Ligusticum pyrenaeum, Heracleum sphondylium, Conopodium pyrenaeum, Pimpinella major, Pimpinella saxifraga, Seseli libanotis, Bupleurum gerardii y Eryngium campestre, este último llamado cardo corredor, aunque la mayoría de los cardos pertenecen a la familia compuestas, como Carlina vulgaris, Carduus tenuiflorus, Cirsium arvense y Cirsium eriophorum.

Las familias de los claveles (cariofiláceas) y de las berzas (crucíferas) están representadas por Silene nutans, Dianthus hyssopifolius (aquí con mayoría de individuos de flores blancas), Dianthus laricifolius, Erucastrum nasturtifolium y Hirschfeldia incana.

Una zona turbosa se asienta en la ladera calcárea, interrumpiendo el escobonal, con Salix triandra, de hojas elípticas, serraditas, glabras, de 3,1 x 1 cm, y con estípulas, Parnassia palustris, de hoja caulinar única y abrazadora y flor blanca, Briza maxima, Carex disticha, de espiga única, Juncus effusus, Juncus inflexus, éste de médula tabicada, además de Pinguicula grandiflora, planta insectívora, y Mentha longifolia, una menta de hojas sésiles y blanquecinas por el envés.

Las mentas pertenecen a la familia de las labiadas, al igual que otras tres especies de la zona: Clinopodium vulgare, Teucrium scorodonia y Teucrium polium.

Además de especies insectívoras también hay especies parásitas, como Orobanche rapum-genistae.

Un talud húmedo, cercano ya a la cascada de Mazobre, es colonizado por Crepis lampsanoides, de hojas panduriformes, y helechos como Polystichum lonchitis, Polystichum setiferum, Dryopteris filix-mas, Asplenium trichomanes y Asplenium adiantum-nigrum.


Cascada de Mazobre 


En la zona hay también plantas venenosas, como Aconitum napellus, de la familia de las ranunculáceas, representada además por Aquilegia vulgaris, Thalictrum minus y los dos eléboros (Helleborus viridis y Helleborus foetidus).

Más de ochenta especies de plantas vasculares, que dan una idea de la biodiversidad de la zona.